Manual de Mitología leonesa

Pretendemos dar un breve repaso al imaginario tradicional leonés sin tratar de profundizar ni indagar en su origen. Describiremos con desenfado cómo es físicamente y comentaremos en dónde se desenvuelve, su carácter y actitud y repercusión en la vida humana.
La mitología leonesa de perfil propio y autóctono es fruto de la asimilación y evolución de los imaginarios indoeuropeos que las gentes leonesas fueron transmitiendo de forma oral durante siglos. Por eso no es de extrañar encontrar similitudes con personajes mitológicos griegos, egipcios, persas, etc.
Cada personaje llevará consigo un enlace con todo lo que te queremos contar.
Esperamos que te descubra nuestra riquísima Mitología Leonesa.
Bibliografía: El imaginario tradicional leonés. Nicolás Bartolomé Pérez, Mitoloxía popular del Reinu de Llión. Nicolás Bartolomé Pérez, Mitos y supersticiones. José A. Balboa de Paz.

Las brujas leonesas

Las brujas leonesas.

¿Qué tienen de especial las bujas leonesas? Pues que les gusta el vino, en sus reuniones o aquelarres no puede faltar el zumo de la uva fermentado, y también, que se desplazan volando, pero no en escobas sino, convertidas en remolinos de viento.

Relatos sobre las brujas en el País Leonés hay muchos, como ejemplo citaremos los de Villaturiel-La Sobarriba-Tierras de LLión-Llión (León), Acibeiros (Aciberos)-Lubián-Zamora, Rueidemore de Riba (Rihonor)-Senabria (Sanabria) o Monsagro-Salamanca.

Aspecto.

Son seres con una pluralidad zoomórfica diversa, pudiendo transformarse en perros, gatos, ratones, burros, ovejas, gallinas, cabras, palomas, águilas o en objetos inanimados como ladrillos de adobe.

En su forma humana son mujeres sin ninguna característica señalada.

Hábitat.

Sus hábitos son nocturnos, desplazándose en forma de remolinos de aire.

Carácter.

Son entes mitológicos malignos que se alimentan de la sangre de los niños.

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   Ilustración de Mauro Sánchez

Dicen las gentes del País Leonés que nadie está a salvo por las noches pues las brujas pueden colarse en las casas por el mismísimo ojo de la cerradura.